Dieta mediterránea versus dieta atlántica
A la afamada dieta mediterránea y sus bondades les ha salido una seria competencia: la dieta atlántica y los efectos saludables y anticancerígenos de algunos de los alimentos que la integran como, por ejemplo, los vinos de Albariño y Mencía o los mejillones de las rías de Galicia. En iNutralia te comentamos de qué va esta nueva dieta.
Santiago de Compostela ha sido esta semana el escenario de presentación de una innovadora iniciativa, “Galiat 6+7 (Galicia Alimentación Atlántica)”, impulsada por seis empresas privadas y siete grupos científicos públicos. Tiene como objetivo probar los efectos saludables de productos como las berzas, los grelos, el queso cremoso o el aceite de oliva de variedades gallegas.
El estudio, coordinado por el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), se llevará a cabo durante seis meses. Para ello se han elegido 150 familias que seguirán las pautas y alimentos aconsejados por un grupo de nutricionistas. Otras 150 familias mantendrán los hábitos que ya seguían.
Los productos a examen tienen como denominador común su carácter autóctono e integran elementos saludables y anticancerígenos ya demostrados.
En el II Congreso Internacional de la Dieta Atlántica, celebrado en Baiona en noviembre de 2006, se estableció un decálogo de alimentos que combina los siguientes ingredientes: consumo muy elevado, tres o cuatro veces a la semana, de pescados (de mar y de río) y mariscos (moluscos y crustáceos), que constituyen la gran reserva actual natural del Arco Atlántico.
El documento destaca que este grupo de alimentos aporta, de manera exclusiva en la dieta, ácidos grasos omega-3, confiriendo al pescado graso un papel protector en las enfermedades cardiovasculares. Además, sobresale el relevante rol de estos alimentos en el desarrollo cerebral y en la función cognitiva.
El decálogo aconseja también consumir alimentos vegetales en abundancia: cereales, patatas…, preparándose preferentemente cocidas y consumidas con piel, como las legumbres.
Asimismo, se recomienda la ingesta elevada de frutas, especialmente manzanas y cítricos, así como hortalizas, haciendo hincapié en el consumo del género “brassica” (repollo, berzas, grelos y nabizas), también judías, pimientos, cebollas, zanahorias, guisantes y ajos, todos ellos con potencial antioxidante.
Entre los consejos del decálogo figura la utilización del aceite de oliva como principal grasa culinaria, especialmente como aderezo o crudo por su contenido en sustancias antioxidantes como vitamina E, B-caroteno y otras.
Los productos lácteos deben tomarse diariamente, especialmente en la edad infantil y avanzada, ya que son excelentes fuentes de proteínas de alto valor biológico, minerales (calcio, fósforo, …) y vitaminas.
Considera esta dieta que el consumo de carne es importante pero que debe hacerse con moderación, ya que la ingesta excesiva puede ser perjudicial para la salud. Aunque la carne es un grupo muy heterogéneo, en general aporta proteínas de muy alto valor biológico, hierro altamente utilizable y equivalentes de niacina.
Entre las pautas a seguir en esta dieta no debe olvidarse la ingesta abundante de líquidos, prioritariamente agua. El vino se ha de tomar a través de un consumo moderado y en las comidas.
El vino originario de los territorios atlánticos productores es de baja graduación alcohólica y contribuye al mantenimiento del equilibrio medioambiental.
Para mantener la calidad de las materias primas y, por tanto, el valor nutritivo, se apuesta por el empleo de la cocción, plancha y fritura en aceite de oliva o las técnicas de empanado.
El decálogo concluye destacando que se trata de una dieta en la que se sabe comer y se disfruta de ello, al tiempo que resalta la importancia de la actividad física todos los días, pues es tan importante como comer adecuadamente.
Tags: comida sana
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