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Nutrición y VIH

Por Eva Verdasco Albandoz | 30/11/2015

 

La infección por VIH se presenta en diversas etapas, identificadas por un conjunto de síntomas e indicadores clínicos. En ausencia de un tratamiento adecuado, el virus se replica constantemente e infecta los linfocitos T-CD4, que constituyen una parte esencial del sistema inmunológico en los seres humanos. Por su parte, el sistema inmunológico del portador del VIH reacciona ante la presencia del virus y genera una respuesta que puede mantener la infección bajo control al menos por un tiempo, mediante la reposición de células defensivas. Al término de un período que se puede prolongar por varios años, el VIH se vuelve resistente a las defensas naturales del cuerpo y destruye el sistema inmune del portador. De esta manera, la persona seropositiva queda expuesta a diversas enfermedades oportunistas y puede fallecer.

 

El VIH es una afección crónica que se puede tratar, pero que aún no se puede curar. Existen formas efectivas de prevenir complicaciones y retardar, aunque no siempre evitar, la progresión hacia el SIDA, Síndrome de la Inmuno Deficiencia Adquirida, que constituye la etapa crítica de la infección por VIH.

 

El abordaje de estos pacientes es multidisciplinar y abarca especialistas en enfermedades infecciosas, endocrinología y nutrición, dietética, farmacología y seguridad alimentaria. En las unidades de nutrición específicas para pacientes VIH, los especialistas en VIH y los dietistas-nutricionistas han conseguido mejorar de forma espectacular la situación de los pacientes logrando una mejoría de su calidad de vida. Se puede afirmar que en este tipo de pacientes la nutrición es una parte fundamental básica del tratamiento.

 

La intervención nutricional debe ser precoz, desde el diagnóstico de la enfermedad, y los hábitos alimentarios deben ir adaptándose a la situación clínica e inmunológica de forma individualizada. Los diferentes estadios y situaciones por las que pasa el paciente VIH así como el tratamiento que se le prescriba, implican ajustes en la alimentación y en el soporte nutricional, y habrá que intentar mantener desde el inicio de la infección un adecuado estado nutricional teniendo en cuenta los siguientes factores:

 

  • Estado nutricional previo.
  • Metabolismo alterado.
  • Malabsorción intestinal.
  • Infección VIH: estadio, progresión infección y carga viral.
  • Presencia de infecciones oportunistas o asociadas.
  • Tratamiento antirretroviral, tipo y tolerancia al mismo.
  • Interacciones fármaco-nutriente.
  • Actividad física.
  • Población afectada: adultos, niños y mujeres gestantes o lactantes.
  • Recursos económicos.

 

Se ha demostrado que un programa eficaz de cuidados y apoyo nutricionales mejorará la calidad de vida de las personas infectadas:

 

•   Manteniendo su peso corporal y energía;

•   Restituyendo las vitaminas y minerales perdidos;

•   Mejorando la función del sistema inmunitario y la aptitud del organismo para combatir la infección;

•   Prolongando el período que transcurre de la infección a la aparición del SIDA;

•   Mejorando la respuesta al tratamiento, reduciendo al mínimo los síntomas gastrointestinales secundarios a enfermedades asociadas y a los fármacos controlando los trastornos metabólicos provocados por los mismos, etc.;

•   Manteniendo activas a las personas infectadas por el VIH, permitiéndoles así ocuparse de sí mismas, de su familia e hijos.

 

iNutralia asume y apoya la necesidad de planes nutricionales individualizados para estos pacientes.

 

“Una correcta nutrición, obtenida preferentemente mediante el consumo de una dieta saludable y equilibrada, es esencial para la salud y supervivencia de todos los individuos, con independencia de la condición VIH”.