El estrecho vínculo entre nutrición y salud fue reconocido ya en el siglo V a.C. por Hipócrates, quien en su libro De la medicina antigua señala que para ejercer la medicina es preciso conocer «qué es el hombre con relación a lo que come, con lo que bebe y con sus hábitos».
En plena Edad Media, la Escuela Médica Salernitana incluía la nutrición entre sus principales objetos de estudio. Y era tal la importancia que allí se le otorgaba a la «asignatura», que el tratado más célebre de todos los que nacieron en dicha institución fue el RegimenSanitatisSalernitatum un compendio de normas de nutrición e indicaciones terapéuticas al respecto: la calidad y tipo de alimentos, cuándo, cuánto, y con qué frecuencia debían ser consumidos.
A lo largo de la historia la relación causa/efecto entre alimentación y salud/enfermedad se ha ido conociendo y desarrollando conforme avanzaba la ciencia, y con ella sus medios y sus métodos. Curiosamente mucho de lo que dichos avances han corroborado técnicamente, lo sabían ya de forma intuitiva las culturas ancestrales en contacto y simbiosis con la Madre Naturaleza. Hoy día ningún profesional de la salud — ya sea en la línea oficial o en las líneas alternativas — pone en duda la necesidad de una adecuada alimentación para la prevención y tratamiento de un gran número de enfermedades y dolencias, así como de sus secuelas.
La salud, según la OMS, es el estado completo de bienestar físico, mental y social en el que se encuentra una persona. En este concepto de salud de la OMS se incluyen una serie de componentes que definen este estado de bienestar: el estado de adaptación al medio (biológico y sociocultural), el estado fisiológico de equilibrio, el equilibrio entre la forma y la función del organismo (alimentación), y la perspectiva biológica y social (relaciones familiares y hábitos). La relación entre estos componentes determina el estado de salud, y las carencias relacionadas con cualquiera de ellos generan un estado de enfermedad, vinculado con una relación entre huésped (sujeto), agente (síndrome) y ambiente (factores que intervienen).
Una alimentación correcta, variada y completa permite, por un lado, que nuestro cuerpo funcione con normalidad y por otro, previene y reduce el riesgo de padecer ciertas alteraciones o enfermedades a corto y largo plazo, además de ayudar a controlar el desarrollo de otras ya instauradas. Es por esto, que desde todos los ámbitos de la medicina defendemos fervientemente que una nutrición sana, equilibrada y personalizada es imprescindible para la promoción de la salud y la prevención, y contribuye positivamente en el control y erradicación de enfermedades y al éxito en el tratamiento de otras.
Desde iNutralia os animamos a conocer vuestros hábitos de alimentación y a mejorarlos/modificarlos, con el apoyo directo y personalizado de profesionales que os guiarán para mejorar y mantener vuestra salud y vuestra vida.
Articulo redactado por Dra. Eva Verdasco.
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