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La miel es una sustancia producida por las abejas, cuya finalidad es la alimentación de sus larvas y poder asegurar su subsistencia en el periodo invernal. Las abejas obreras extraen el néctar de las flores a la vez que les añaden sustancias propias (enzimas), transformándola en miel en su propio organismo, en una especie de saquitos situados en su esófago. Esta miel inicial, la depositan en los panales de la colmena donde dejan que madure y se almacene hasta su consumo.
La composición de esta sustancia biológica puede variar en función del tipo de flora y clima de donde se obtenga, aunque se compone básicamente de: agua, azúcar invertido, y una mezcla de diferentes hidratos de carbono, enzimas, aminoácidos, ácidos orgánicos, sustancias aromáticas, minerales (potasio, cloro, azufre, calcio, fósforo, magnesio,…), ceras, pigmentos, etcétera.
Dado su alto contenido en azúcares simples, hablamos de un alimento con un alto contenido en calorías, principalmente compuesto por fructosa, glucosa y algo de sacarosa. Se ha comprobado que para poder beneficiarnos del resto de nutrientes que contiene, dada su baja concentración, tendríamos que consumir tal cantidad de miel que no merece la pena dado el aporte calórico que ingeriríamos a su vez.
Tradicionalmente la miel se emplea por sus múltiples fines medicinales, entre ellos, luchar contra los catarros, gripes, toses y demás trastornos propios del invierno.
Pero… ¿realmente tiene propiedades beneficiosas en los catarros y la tos?
La mayor parte de las propiedades saludables que se le atribuyen no tienen evidencia científica demostrada, a pesar de estar arraigadas en la sociedad desde hace siglos, debido a sus potenciales propiedades antibacterianas, antiinflamatorias y antioxidantes. No obstante, existen múltiples estudios dedicados a comprobar los beneficios de la miel. En cuanto al uso de la misma en el tratamiento de la tos y el catarro, no hay suficiente evidencia científica que nos permita atribuir a la miel dichas propiedades.
La experiencia “social” nos dice que la miel es un alimento útil en el tratamiento del resfriado común mejorando sus síntomas, y en concreto en el tratamiento de la tos. A pesar de ello, no podemos afirmar que su consumo ayude a acortar dichos trastornos, dado que se necesitan más estudios que lo corroboren. Cierto es, que el consumo de miel se suele acompañar con leche caliente o con agua templada, lo que produce que por la temperatura y bienestar que causa el líquido caliente, se atenúen o calmen ciertos síntomas durante más o menos tiempo.
En conclusión, a falta de más estudios que lo corroboren, si eres una persona sana sin problemas de peso, toma miel durante tus resfriados, mal no te hará.
Referencias: