Los alimentos que consumimos regularmente, tienen un papel muy importante sobre la salud de nuestro intestino. Para ello, es necesario llevar a cabo una alimentación variada, en la que predominen alimentos involucrados en el buen rendimiento de la flora bacteriana, en el buen estado de la mucosa intestinal, así como en la motilidad intestinal.
Cada vez son más los casos relacionados con enfermedades intestinales.
Una de las patologías más comunes, asociadas a los ritmos de vida actuales, es el síndrome del colon irritable. Se trata de una enfermedad muy incómoda, ya que se asocia a dolores abdominales, y periodos de estreñimiento y diarreicos en las personas que lo padecen, de tal forma que los síntomas pueden limitar hasta el punto de impedir llevar una vida normal.
Es por ello que la alimentación juega un papel fundamental en el control de los brotes de la enfermedad y que un plan personalizado es importante para individualizar los casos.
Como norma general es importante evitar ante esta enfermedad alimentos que frecuentemente producen intolerancias alimentarias como los cítricos, la cebolla, los huevos, el gluten, la leche… y alimentos excitantes como el café, el té o el chocolate. Además, se ha de controlar la ingesta de fibra, tanto soluble como insoluble de la dieta para evitar los desequilibrios de estreñimiento/diarrea.
Otra de las enfermedades más prevalentes a día de hoy es la enfermedad diverticular del colon. Se trata de un trastorno que se produce en el intestino grueso (colon), y que cursa con diverticulosis o diverticulitis.
La diverticulosis se caracteriza por la presencia de pequeñas bolsas formadas por la capa interna del intestino, llamadas divertículos. Cuando estos divertículos se inflaman (debido a la acumulación de excrementos, así como de alimentos, se denomina diverticulitis.
El tratamiento nutricional depende de la gravedad y de si hay inflamación o no. Por lo general, es recomendable consumir cantidades elevadas de fibra y realizar de 5 a 6 comidas diarias, aunque es importante valorar la alimentación a nivel individual. Es fundamental en estos casos, masticar muy bien los alimentos, y evitar alimentos que contengan semillas pequeñas como el kiwi, las fresas o las uvas, ya que éstas, muy fácilmente pueden retenerse en los divertículos y dar lugar a diverticulitis. Además, se ha de evitar las preparaciones grasas y los alimentos excitantes, picantes, bebidas carbonatadas o alcohol.
Por otra parte, el cáncer de colon es uno de los más diagnosticados cada año. Al ser un tipo de cáncer que afecta a nivel digestivo, puede producir alteraciones sobre la digestión y absorción de nutrientes, en especial en la absorción de vitamina B12, magnesio, calcio, sodio y potasio, así como en la alteración hidroelectrolítica que da lugar a procesos diarreicos. En estos casos, es importante consumir cantidades de agua adecuadas para conseguir una correcta hidratación.
Por lo general, para mantener una salud intestinal óptima, es recomendable llevar una alimentación basada en productos integrales y ricos en fibra, con predominio de frutas con piel, verduras y hortalizas, legumbres y cereales integrales, acompañados siempre de una correcta ingesta de agua. El consumo de alimentos probióticos, como el yogur y otras leches fermentadas es beneficioso para mejorar la salud gastrointestinal (se observan también resultados positivos en personas con hipertensión arterial), además de potenciar nuestro sistema inmunitario.
Imagen: labprobio