En el antiguo Egipto los amigos se intercambiaban huevos decorados con pintura que obtenían de las plantas, para celebrar el renacer de la naturaleza. En la religión cristiana, el huevo simboliza la piedra que tapaba la fosa de Jesús, que milagrosamente el Domingo de Resurrección se desplazó, permitiéndolo salir.
Hoy en día, la tradición de los huevos de gallina decorados ha dejado paso al consumo de huevos de chocolate.
Ingredientes:
Preparación:
Lavamos y secamos bien los moldes.
Ponemos un recipiente al baño maría y mientras se calienta, vamos picando el chocolate. Cuando el agua rompa a hervir, incorporamos el chocolate en el recipiente y removemos continuamente hasta que el chocolate se deshaga. Es importante que el chocolate quede tibio ya que si está muy caliente puede llegar a quemarse. Debe quedar con una textura tipo crema.
Cuando esté listo lo sacamos del baño maría y lo vertemos en los moldes, comenzando por el borde y luego hacia el centro, nos podemos ayudar de un pincel para distribuir el chocolate homogéneamente por todo el molde.
Metemos el molde en el frigorífico unos minutos, sacamos, vertemos otra capa de chocolate para darle grosor y volvemos a meter en el frigorífico.
Una vez frío, formamos el huevo. Para ello, limpiamos los bordes del molde del exceso de chocolate con un cuchillo y presionamos con los dedos para que salga el huevo. Cogemos dos mitades y con un poco de chocolate derretido (del que nos haya sobrado), lo untamos por los bordes, juntamos las mitades, presionamos un poco y lo volvemos a meter en la nevera.
Truco: Antes de cerrar el huevo, puedes meter algún regalito o un poco de fruta, lo que sepas que vaya a sorprender a tus familiares.
Imagen: the wow style