Un poco de luz ante tanta confusión. La verdad de las frutas

Por EQUIPO DE NUTRICIÓN

Los mitos y creencias erróneas sobre nutrición invaden nuestro día a día hasta el punto de que sobre un mismo alimento, nacen corrientes que defienden y potencian sus propiedades beneficiosas sobre la salud, y otras que alertan del peligro que puede suponer para el consumidor. Todo ésto deriva en una confusión cada vez más grande en la población, y en una preocupación para los profesionales de la salud, más aun cuando los alimentos protagonistas del mito en cuestión realmente son saludables, como es el caso de los mitos que comprometen el consumo de frutas.

Algunos de los mitos más comunes sobre las frutas son los siguientes:

• La fruta después de las siete de la tarde engorda: La fruta es igual de sana por la mañana que por la noche, ya que los nutrientes que aporta son los mismos y el cuerpo los asimila del mismo modo. De hecho, los estudios científicos demuestran que en personas que por rutina comen más frutas, se observa menos tasas de obesidad ya que el consumo de fruta desplaza el consumo de alimentos menos saludables como galletas, embutidos o snacks.

• Las frutas ácidas queman grasas: Es común escuchar que frutas como el pomelo o la naranja ayudan a quemar grasas, aceleran el metabolismo y con ello la pérdida de peso, pero la realidad es que aunque sean frutas ácidas, el estómago tiene una acidez superior a la de cualquier fruta, por lo que éstas teorías caen por su propio peso. Desde luego, y a pesar de muchos, las frutas ácidas no disuelven las grasas como si de detergentes se tratase.

• Las frutas de postre fermentan: Parece ser que este mito tiene origen anglosajón y nace de la falta de costumbre en esta población de consumir fruta de postre en las comidas y por ello, tener menor tolerancia al ácido de las frutas (cítrico, málico, tartárico…). Sí que es cierto que, la digestión de algunas frutas puede ser más prolongada que la de otras, debido a su mayor o menor contenido en azúcar, pero generalizar es un error, y el hecho de que a una persona le pueda producir peores digestiones tomar fruta, no quiere decir que al resto de la población también.

• Cenar solo fruta ayuda a perder grasa: Las frutas son agua en su mayor proporción por lo que su valor energético es bajo. Además aportan azúcares, fibra, vitaminas y minerales. Es cierto que se recomienda realizar cenas ligeras, pero cenar solamente fruta, supone dejar de tomar otros alimentos importantes para la regeneración de tejidos, por ejemplo, carne, pescado, huevo… Además, cenar sólo fruta, producirá una sensación de hambre mayor al despertar, lo cual, es muy probable que derive en una mayor ingesta de calorías o apetencia por alimentos más calóricos en el desayuno.

• La fruta produce gases: Comer deprisa, tragar aire al masticar, las comidas copiosas, las intolerancias alimentarias, el estrés, las legumbres, los alimentos fritos o con exceso de grasa, las bebidas carbonatadas… son sin duda, causa más frecuente de flatulencia que la propia fruta.

• La dieta de la piña y otras para perder peso. En los últimos años se han puesto de moda dietas basadas en una fruta en concreto, como la dieta de la piña, de la uva o del pomelo, prometiendo una pérdida de peso rápida a base de una alimentación monótona. En realidad la pérdida de peso se produce porque son dietas hipocalóricas y su contenido en proteínas es baja, lo que implica una pérdida de masa muscular, con los riesgos asociados que esto conlleva.

Lo ideal es comer tres raciones de fruta al día, sin obsesionarse por comerla antes o después de comer, por la mañana o por la noche, e incluirlas dentro de una alimentación variada, equilibrada y adaptada a los requerimientos de cada persona. Los alimentos no producen sobrepeso por el hecho de comerse en un determinado orden, si no, porque la suma de los valores calóricos de cada uno de ellos supera la necesidad de quién los ingiere.