Mitos sobre la leche

Por EQUIPO DE NUTRICIÓN

La leche es un alimento que ha sembrado mucha polémica a lo largo de los últimos años y, a día de hoy, aún existe mucha confusión sobre sus recomendaciones de consumo.

¿Es necesario tomar leche?

La respuesta es no. Es cierto que la leche es un alimento interesante a nivel nutricional, puesto que tiene proteínas de alto valor biológico, calcio y vitamina D; también contiene grasas, de las cuales gran parte son saturadas y colesterol. Su contenido en calcio y vitamina D le confieren un papel interesante en nuestra dieta. Pero no por ello podemos decir que la leche sea imprescindible en la alimentación, si no que es un alimento más a incluir como cualquier otro.

Si decidimos no incluir este alimento en nuestra dieta, nutrientes como el calcio, mineral muy ligado al consumo de leche y del cual preocupa tener déficits, podremos encontrarlo en otros alimentos. Encontramos cantidades interesantes de calcio en los boquerones y sardinillas, en las almendras y avellanas, en garbanzos y judías, así como en el tofu enriquecido o en verduras como la coliflor.

En el caso de la vitamina D, está presente principalmente en los pescados azules (salmón, emperador, boquerones, etc.) y en la yema de huevo. Sin embargo, hay que señalar que la principal fuente de obtención de esta vitamina es la exposición solar, por lo que hay que asegurar una correcta y responsable exposición a éste para asegurar la síntesis de vitamina D.

¿Quién debe omitir el consumo de lácteos?

Deberán omitir el consumo de leche y derivados lácteos aquellas personas que presenten alergia a la proteína de la leche, intolerancia a la lactosa, alguna patología en la que haya que omitir este grupo de alimentos o personas que siguen un patrón de dieta vegana por decisión propia.

En ese caso, existen sustitutos culinarios para este grupo de personas como son las bebidas vegetales, dentro de las cuales las más recomendadas son aquellas que no lleven azúcar añadido.

¿Es mala la grasa de la leche?

Durante muchos años se ha creído que la grasa, incluida la de la leche, era la responsable de las enfermedades cardiovasculares y del aumento del peso, por lo que las recomendaciones se basaban en tomar lácteos desnatados. Sin embargo, se ha visto que la grasa de la leche no es perjudicial ni se relaciona con el aumento del riesgo cardiovascular ni del peso. Es más, resulta más nutritiva ya que las vitaminas liposolubles permanecen en la grasa, la cual aporta mayor saciedad que la versión desnatada, un aspecto importante a tener en cuenta en la alimentación.

¿Cuáles son los lácteos más recomendados?

Por todos estos motivos, los lácteos pueden consumirse si se desean, siempre y cuando no exista intolerancia (pueden tomarse las variedades fermentadas en función del grado de tolerancia), alergia a las proteínas de la leche de vaca o cualquier otra patología en la que tenga que suprimirse.

Recomendamos que si se decide tomarlos, se haga de la forma más natural posible, es decir, en sus versiones frescas, enteras (ya que aportan mucha saciedad) sin azúcares añadidos o altamente procesados, dado que se pierden parte de las propiedades originales de los mismos, como por ejemplo algunos tipos de quesos, postres lácteos, batidos, etc.